Alemania detiene la tala del bosque de Hambach, que iba a ser arrasado por la ampliación de una mina.
5-10-2018
La
tala del bosque de Hambach tendrá que esperar, tal vez
indefinidamente. Un tribunal de la localidad alemana de Münster ha
paralizado este viernes su próxima devastación a la espera de que
se resuelva un recurso presentado por la organización ecologista
Amigos de la Tierra. La justicia ha determinado que el gigante
energético RWE, que planea podar la mitad de su superficie para
ensanchar una mina de carbón, "no tiene derecho a deforestar el
bosque" hasta que se resuelva la apelación. El giro de guion,
celebrado por los activistas como un triunfo tras años de ocupación
y semanas de tensos choques con la policía, aviva las esperanzas de
salvar el último reducto verde de la zona, reducido a solo 200
hectáreas de las 4.100 iniciales. En un comunicado, la multinacional
ha mostrado su "sorpresa", por la resolución del tribunal.
Y ha informado al mercado de valores de que tendrá un importante
impacto en sus cuentas. Tras conocerse el varapalo judicial, las
acciones de RWE se hundieron un 8,52% en la Bolsa alemana.
El disputado bosque está a medio camino de Colonia y Aquisgrán, en el Estado de Renania del Norte-Westfalia. Y su futuro se ha convertido en símbolo de una lucha que no solo atañe a un pedazo de tierra. Confronta dos visiones del mundo. Capitalismo frente a ecologismo. Explotación del carbón ante el activismo climático. El campo de batalla es una extensión boscosa de 100 hectáreas y 12.000 años de antigüedad en la que habitan 142 especies de aves. RWE, su dueña desde hace décadas, tenía intención de talarla para ampliar una gigantesca mina de carbón. La policía ha expulsado a cientos.
La
tensión había crecido en las últimas semanas ante la amenaza de
tala inminente. Todos los intentos de apaciguar los ánimos han
fracasado. Portavoces de los ecologistas se reunieron con la compañía
el 11 de septiembre. RWE ofreció retrasar hasta diciembre la
deforestación, pero Greenpeace y Amigos de la Tierra se negaron a
aceptar nada que no fuera el total abandono de los planes de
ampliación. La empresa volvió entonces al calendario inicial y
preveía empezar a derribar los árboles a mediados de este mes, pero
ahora la justicia ha frenado sus intenciones.
El
desalojo del bosque se ha convertido en un mal sueño para la mayor
firma de energía de Alemania, un coloso con un valor bursátil de
más de 11.000 millones de euros. La primera ocupación se produjo en
2012 y desde hace cuatro años una comunidad de ambientalistas,
anarquistas, idealistas, o meros ciudadanos comprometidos vive allí
de forma ininterrumpida. El lugar se ha convertido en centro de
peregrinación para los que consideran su deforestación la máxima
expresión del capitalismo salvaje. Y la lucha que se escenifica en
él (una multinacional que pretende destruir un bosque para ensanchar
una mina de carbón contaminante) tiene todos los ingredientes para
canalizar una rebeldía anestesiada por el bienestar del pleno empleo
y los plácidos indicadores económicos.